En la mencionada Estrategia se hace referencia al llamado "Plan de Acción de Eficiencia Energética 2012-2020 (PAEE20)", el que propone "incorporar elementos de eficiencia energética en los distintos sectores productivos" para alcanzar una meta de ahorro de 12% en la demanda energética (¿primaria? ¿eléctrica?) al año 2020. Así, este plan señala específicamente en materia de edificación que, "incluyendo la vivienda social, se buscará mejorar la calidad energética de la envolvente en edificaciones construidas sin criterios de EE, realizar su diseño con altos estándares de EE, llevar a cabo la oferta de productos y servicios de construcción con criterios de eficiencia, etc."
Por lo expuesto, concluyo que las construcciones podrían llevar alguna especie de sello o etiqueta que indique cuán energéticamente eficientes son, bajo algún estándar definido al efecto. Pero creo que se debe ser bastante cuidadosos al momento de definir el "qué" se va a medir para determinar si una edificación es o no eficiente desde el punto de vista energético.
Partamos por lo simple: ¿qué entendemos por eficiencia energética de una edificación? Tal vez no lleguemos a un concenso sobre la respuesta, y no me interesa proponer ni discutir acá una definición académica en la materia. Sin embargo, comparto contigo un experimento que hice: formulé la pregunta anterior a varios familiares y amigos que no están relacionados con el tema energético, y todos, de alguna u otra forma, relacionaban la eficiencia energética de las edificaciones con la operación diaria, es decir, miraban solamente el día a día del edificio en cuanto a consumo de electricidad y uso de agua, lo que es bastante lógico (después de todo, lo que buscan mis familiares y amigos -e incluso yo- es el ahorro en la cuenta de fin de mes). Como señalé, las respuestas de las personas se orientaban a temas como uso eficiente de electricidad, ahorro de agua y uso de paneles solares, por nombrar algunas iniciativas. Pero lo medular de esto no son sólo las medidas específicas que me sugirieron para hacer más eficiente una edificación; lo realmente primordial, estimo, es la mayor o menor amplitud de la mirada que se tiene sobre la edificación sustentable. Es decir, la mayoría de nosotros fijamos la atención en la operación diaria del edificio para determinar aspectos de eficiencia energética, pero muy pocos miran lo que pasa durante el ciclo de vida completo de la edificación, y que comprende desde la energía utilizada para la extracción de insumos y materias primas para la construcción del inmueble, hasta su posterior demolición y eventual reciclaje de materiales una vez que ha cumplido su vida útil.
Para explicarme mejor, voy a hacer referencia a un par de cifras. En la Tabla 1 se muestra la cantidad de energía contenida por kilógramo de algunos materiales de construcción, considerando toda su vida útil (las cantidades pueden variar según la metodología de cálculo) Como se aprecia, los consumos por cada kilo de material no son despreciables.
Tabla 1 (haz clic en la imagen): Consumo energético por unidad de masa (MJ/kg) para diferentes materiales de construcción. |
Ahora bien, haciendo un ejercicio muy simple, si se consideran las cifras anteriores y se multiplican por las cantidad de cada material utilizado en la construcción de casas y edificios, se obtendrá una primera aproximación sobre la energía total utilizada en su construcción. Y créeme, no es menor.
Así, podría haber edificaciones que durante su utilización diaria no consuman mucha energía. Pero, ¿qué ocurre con la energía contenida en los materiales utilizados para su construcción, los que debieron extraerse y transportarse hasta el lugar de construcción? Tal vez la energía contenida en los materiales utilizados supere con creces los ahorros generados por la operación del edificio, lo que en un balance energético daría números rojos. De ser así, la idea de "edificación sustentable" basada exclusivamente en el uso del inmueble no sería muy "sustentable" que digamos.
¿Y adónde quiero llegar con todo esto? A que, en mi humilde opinión, un programa de etiquetado del consumo energético de edificaciones debe considerar el ciclo de vida completo de éstas, desde la extracción de materiales (incluyendo su transporte) hasta la demolición, e incorporando obviamente su operación, sin que sea este último factor el único que preondere para la creación de este estándar de etiquetado.
Pero para que ello sea posible, es necesario que el Estado sea capaz de establecer una legislación que no solo tipifique y evalúe adecuadamente a cada edificación según su eficiencia energética. Se debe ir más allá. Y para eso es clave que la ley contemple mecanismos que faciliten la entrega de información por parte de las inmobiliarias, constructoras y empresas dedicadas a la extracción y movimiento de materiales en relación con la energía que utilizan para sus operaciones. Ello no sólo permitiría contar con un programa de etiquetado que considere una mirada integral a la edificación, sino que también será un aliciente a las empresas del rubro para mejorar sus procesos en cuanto al uso de energía se refiere, y mejorar la competencia entre ellas, con los beneficios que ello tiene para los usuarios y especialmente para el país, más aun si se considera la posible reducción de nuestras emisiones y el posicionamiento que logremos en el concierto internacional en esta materia.
Es decir, esta podría convertirse en una GRAN oportunidad para Chile.
PS: Te dejo un artículo de interés, por si quieres profundizar más en el tema. Realmente te soprenderás con algunas cifras. Léelo aquí.