miércoles, 14 de marzo de 2012

La importancia de la Estrategia Energética para el desarrollo de los países

"Chile necesita energía" es una declaración que hemos escuchado hasta el cansancio, desde diversos sectores y por variados personajes, cada uno con sus matices, claro está. Sin embargo, yo declaro que "Chile necesita una política energética y un plan estratégico para materializarla". Claro, puede sonar obvio y repetido. Pero no lo es tanto. Y déjenme decirles por qué.


Cuando un país planifica -seria y adecuadamente- su futuro energético, no sólo es capaz de superar problemas como el desabastecimiento o la inestabilidad en sus sistemas de transmisión (tan conocidos por Chile), sino que también puede influir de forma directa, consciente y positiva en su desarrollo y, por ende, en la calidad de vida de sus habitantes.

Torres de enfriamiento en una central nuclear
Un claro ejemplo de lo anterior es Corea del Sur, que en los años 70' inició un proceso de planificación energética de largo plazo, lo que permitió, junto a otros factores, pasar de un PIB per cápita de US$403 el año 1973, a la impresionante cifra de US$20.757 el año 2010. Para efectos de comparación, en Chile el mismo indicador tenía un valor de US$1.623 el año 73 (4 veces superior al del gigante asiático), pero el año 2010 nuestro país sólo alcanzó $12.431 per cápita. Como se puede apreciar, la diferencia entre ambas naciones es sustancial.

En su planificación energética, asistida por la Agencia Internacional de Energía Atómica, la principal decisión Coreana fue abrazar la energía nucleoeléctrica como opción para fomentar la producción de bienes de consumo durable. No es de extrañar, por tanto, que hoy ese país sea uno de los principales fabricantes de tecnología a nivel mundial. Televisores, automóviles y computadores, entre otros bienes de uso cotidiano -y necesarios- para muchos de nosotros, conforman el catálogo de productos que ese país ofrece al mundo.

Ahora bien, más allá de que Ud. o yo estemos de acuerdo o en desacuerdo con la utilización de la energía nuclear para el desarrollo de un país, es innegable reconocer que la decisión coreana tiene su mérito precisamente por eso: por ser una decisión nacional. Clara, rotunda y sin vacilaciones; con base en rigurosos estudios y procesos de análisis; con metas claras e inequívocas y, lo que es más importante, en concordancia con su estrategia nacional de desarrollo. Esa es la clave de su éxito.

Cartel informativo en la vía pública de Seúl sobre
el funcionamiento de una planta nuclear tipo PWR en Corea
Lo anterior es un claro ejemplo de lo que, pienso, debiéramos realizar en Chile: visualizar un escenario deseado de desarrollo y de evolución de los sectores industriales que conforman la economía del país, antes de abocarnos a la planificación energética propiamente tal. Bajo esa lógica, sería un error descartar de plano la adopción de ciertas opciones energéticas sin realizar un mayor análisis de lo que el país requiere, como ocurrió con el bloqueo a la posibilidad de implementar la energía nuclear en Chile en la "Estrategia Nacional de Energía" promulgada hace pocas semanas por el Presidente Piñera.

Créame que, si me dan a elegir, prefiero las ERNC a la energía nucleoeléctrica (por los riesgos que ésta conlleva). Pero también creo que debemos generar el espacio para discutir esta alternativa seriamente, dejando de lado las pasiones y prejuicios.

Negarse a lo anterior es como votar en contra de la "Idea de Legislar" sobre alguna materia en el Congreso, Y créame: así no avanzamos.

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