Cuando un país planifica -seria y adecuadamente- su futuro energético, no sólo es capaz de superar problemas como el desabastecimiento o la inestabilidad en sus sistemas de transmisión (tan conocidos por Chile), sino que también puede influir de forma directa, consciente y positiva en su desarrollo y, por ende, en la calidad de vida de sus habitantes.
Torres de enfriamiento en una central nuclear |
En su planificación energética, asistida por la Agencia Internacional de Energía Atómica, la principal decisión Coreana fue abrazar la energía nucleoeléctrica como opción para fomentar la producción de bienes de consumo durable. No es de extrañar, por tanto, que hoy ese país sea uno de los principales fabricantes de tecnología a nivel mundial. Televisores, automóviles y computadores, entre otros bienes de uso cotidiano -y necesarios- para muchos de nosotros, conforman el catálogo de productos que ese país ofrece al mundo.
Ahora bien, más allá de que Ud. o yo estemos de acuerdo o en desacuerdo con la utilización de la energía nuclear para el desarrollo de un país, es innegable reconocer que la decisión coreana tiene su mérito precisamente por eso: por ser una decisión nacional. Clara, rotunda y sin vacilaciones; con base en rigurosos estudios y procesos de análisis; con metas claras e inequívocas y, lo que es más importante, en concordancia con su estrategia nacional de desarrollo. Esa es la clave de su éxito.
Cartel informativo en la vía pública de Seúl sobre el funcionamiento de una planta nuclear tipo PWR en Corea |
Créame que, si me dan a elegir, prefiero las ERNC a la energía nucleoeléctrica (por los riesgos que ésta conlleva). Pero también creo que debemos generar el espacio para discutir esta alternativa seriamente, dejando de lado las pasiones y prejuicios.
Negarse a lo anterior es como votar en contra de la "Idea de Legislar" sobre alguna materia en el Congreso, Y créame: así no avanzamos.
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